5 de noviembre de 2012

AGNODICE

Agnodice, primera mujer médica y ginecóloga

Esta extraordinaria mujer vivió en Atenas durante el siglo IV antes de Cristo (300 a.C.). Unos tiempos en los que ellas estaban sometidas a ellos. Así, por ley.

Sus padres, sus hermanos, sus esposos e incluso sus propios hijos controlaban su vida. .

Por eso mismo todo tipo de conocimientos les estaba vedado: las matemáticas, la física, la cosmología, la medicina, la filosofía. Un status aceptado por todas ellas. Bueno por la gran mayoría. Alguna que otra no estaba conforme con su suerte.

La prohibición que por ley, las atenienses tenían para la práctica de la medicina, no era compartida por Agnodice. Una brillante joven de la alta sociedad ateniense que deseaba ser ginecóloga.

Y ni corta ni perezosa, y apoyada por su padre, se cortó el cabello, y vestida de hombre, asistió a las clases del célebre médico Serófilo, en Alejandría. Quería especializarse en la, entonces, incipiente disciplina de la Ginecología. Y lo consiguió.

Obtuvo los mejores resultados en los exámenes y se hizo ginecóloga.Nadie, durante todo ese tiempo, se percató de su condición femenina.

Al volver a Atenas ejerció su profesión, eso sí, disfrazada de hombre. Y lo hizo alcanzando un gran prestigio entre las mujeres de la aristocracia.

Lo que provocó los celos profesionales del resto de los médicos atenienses, que hicieron correr el rumor de que “es uno de los que seduce y corrompe a las esposas de los hombres”.

En su defensa, Agnodice, decidió revelar su verdadera identidad, su condición de mujer. Lo que agravó aún más la situación. Ahora lo que violaba era la ley que prohibía a las mujeres ejercer la medicina. Y eso era peor, pues estaba penado con la muerte.

Una sentencia que, por suerte, no llegó a cumplirse, merced al movimiento que organizaron las mujeres atenienses. Prometieron matarse en el caso de que se cumpliera la ejecución.

Fruto de esta presión social femenina los magistrados, no sólo absolvieron a Agnodice, sino que le permitieron continuar con el ejercicio de la medicina, vestida y peinada como quisiera. Es más, al año siguiente, el Consejo Ateniense modificó la ley y autorizó a las mujeres a estudiar dicha carrera. Eso sí, sólo podrían tratar a mujeres.